¿En qué momento se jodió el Perú?, se preguntaba Santiago Zavalita al comienzo de Conversación en la catedral. Y sobre el Perú posterior habría que añadir una pregunta paralela: ¿Cuándo comenzó la guerra que enfrentó a Sendero Luminoso con el Estado peruano?
La fecha oficial es el 17 de mayo de 1980, cuando Sendero Luminoso quemó las actas electorales de Chuschi, una pequeña población de Ayacucho. Era la chispa que debía encender la llama de la revolución en todo el país, pero la mecha se había encendido mucho antes, el 21 y 22 de junio de 1969 y eran otros los lugares: Huanta y Huamanga.
Y de ese incendio trata Rupay – que significa fuego en quechua- , el comic peruano que publica en España la editorial La oveja roja sobre nueve episodios reveladores de la violencia política que asoló Perú y ocasionó cerca de 70.000 víctimas. Basándose en relatos extraídos de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, Luis Rossell, Alfredo Villar y Jesús Cossío han elaborado este texto que combina imagen y palabra para intentar recuperar parte de la memoria de aquel momento trágico y bárbaro que los vencedores no han dejado de reescribir.
Y es que ni los políticos ni la Iglesia reconocieron sus responsabilidades por aquella espiral de violencia que enfrentó a unos pobres contra otros y se extendió sobre el pasto de la desigualdad, la impunidad y la injusticia, por una guerra sucia que fomentó la administración Reagan, que la llamó conflicto de baja intensidad y en la que se enfrentaron el terrorismo de Sendero Luminoiso y el terrorismo de estado entre 1980 y 2000 con una secuela dramática de variantes de la barbarie: ejecuciones extrajudiciales, desapariciones, torturas, masacres y violencia sexual.
Los autores de Rupay no han querido hacer una historia maniquea de buenos y malos, pero no podían dejar de señalar los orígenes profundos del conflicto: las de viejas luchas sociales, el racismo, la injusticia social, la impunidad de los grupos antisubversivos, la relación de esta lucha con las estrategias de la famosa Operación Cóndor, la denuncia de complicidades de medios e intelectuales, como en el cuestionado informe de la Comisión Vargas Llosa.
De ahí la importancia de su contribución a la memoria popular y a la verdad de los hechos.
Luis E. Aldave
Tomado del Blog
1 comentario:
wwwwwaaaaaaooooooooo maestro al fin le puso letras a su blog, esto si q es todo un acontecimiento, lo enlazare en mi higado jajajaj saludos viejo ñero
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